Mea culpa by Pilar Zapata Bosch

Mea culpa by Pilar Zapata Bosch

autor:Pilar Zapata Bosch [Zapata Bosch, Pilar]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1997-02-22T00:00:00+00:00


VII

Hacía muchos meses que no veíamos a María, así que cuando nos la encontramos aquella mañana, casi no me podía creer que fuera ella. Se había quitado por lo menos veinte kilos de peso, y sonreía sin cesar.

Ya me había fijado yo en aquella chica que me resultaba familiar antes de reconocerla, desde que nos paramos en la acera de enfrente a hablar con nuestro mendigo. Mamá no le daba limosna, porque, a pesar de la fila de vírgenes y santos que tenía extendida ante sí, no se fiaba de que no se lo fuera a gastar luego en vino, pero a cambio le ofrecía amistad y un ratito de charla, que eso sí que estaba segura de que lo necesitaba.

Así que cada vez que volvíamos de misa o de la compra, le hacíamos una visita. A mí me parecía que el mendigo no se centraba en la conversación, porque no paraba de asomarse por detrás de nuestras piernas. Y es que, allí plantadas delante de él, mamá y yo le tapábamos el panorama de señoras que volvían también de la compra o de misa, y que tal vez tendrían criterios más materialistas que los nuestros sobre lo que se le ha de ofrecer a un pobre.

Las primeras veces que hablamos con él, estuvo amabilísimo, quizá pensando que tras la charla vendría la limosna, pero según fueron pasando los días, se le iba poniendo peor cara, y la mañana que vimos a María, parecía a punto de estallar. Tuve que llevarme de allí a mamá, que se empeñaba en seguir preguntándole si había sacado mucho el día anterior, la pobre, siempre tan bondadosa.

—¡Mira! ¿Ves a aquella chica del vestido marrón? Ahí, en la parada del autobús…

—Sí… ¿Y quién…? —preguntó mamá, que también la había reconocido⁠—. Pero… ¿es posible?

Nos acercamos a ella como dos autómatas.

—¡María! Pero… ¡cuánto has adelgazado!

Ella se echó a reír. Había cambiado el aire de tristeza y angustia por una alegría desbordante.

—¡Qué bien estás, chica! ¿Cómo lo has conseguido?

—No lo sé… Los estudios, a lo mejor, los nervios… Ya le habrá dicho Isabel…

Se pasó la mano por la frente para retirarse un mechón de pelo. Llevaba un anillo igual que el de mi hermana, de plata y con el escarabajo de la suerte incrustado. Repitió el gesto varias veces, y luego extendió la mano, moviendo los dedos. Parecía que estaba deseando que hiciéramos algún comentario.

—¡Qué sortijita tan mona! —⁠dijo mamá⁠—. Me parece que Isabel tiene una muy parecida…

María sonrió feliz, y los destellos del anillo al sol le encendían chispitas en los ojos.

—¡Hay que ver qué cambio ha dado esta chica! —⁠exclamó mamá cuando nos fuimos⁠—. ¡Si hasta de cara ha ganado! ¿No te acuerdas, Matilde, que antes tenía barba? ¿Tú crees que se habrá afeitado o será el maquillaje? —⁠Se interrumpió de pronto⁠—. ¡Dios me perdone…! Como si no hubieras oído, nenita…

Y se soltó —siempre íbamos del brazo por la calle⁠— para santiguarse.

—Lo que acabo de hacer no se debe hacer, hija —⁠me advirtió⁠—. No me refiero a la señal de la cruz, sino a la crítica malintencionada.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.